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Crowdfunding: ¿una herramienta “lean startup” para la gobernanza pública?

crowdfundingEl 29 de Mayo de 2014, junto a otros emprendedores e intra-emprendedores del ámbito público y privado, participamos en una mesa redonda sobre innovación y emprendimiento, con motivo del “IV Foro Nacional de Gobernanza en Internet”, en la que expusimos el potencial del “crowdfunding” como mecanismo de gobernanza pública.

Tras el taller que impartimos en Julio de 2013 acerca de pensamiento lean startup aplicado al rediseño del espacio público, el esquema descrito en este artículo constituye nuestra segunda aproximación a cómo algunos elementos de la filosofía “lean startup” pueden ayudarnos a mejorar nuestras ciudades.

Una de las características más interesantes del pensamiento “lean startup” es su aplastante similitud con el método científico, en el sentido de que toda idea de negocio, por redonda que parezca, no pasa de mera hipótesis mientras no sea respaldada por el veredicto que, como en un experimento de laboratorio, otorgarán los clientes a través de sus compras. Por ello, “lean startup” urge a validar cuanto antes nuestras hipótesis de negocio mediante la puesta en mercado de sencillas pruebas experimentales llamadas “minimos productos viables” (MVP, en sus siglas en inglés).

El intra-emprendedor público es un tipo particular de emprendedor que tiene la responsabilidad añadida de comprometer el dinero de los ciudadanos en los proyectos que impulsa, ya vengan éstos de arriba o surjan, como en el caso del Open Urban Lab que Zaragoza está poniendo en marcha, de los acuerdos entre ciudadanía, empresas y administración.

En este nuevo laboratorio urbano abierto hemos realizado dos talleres de innovación (el primero sobre soluciones TIC para el pequeño comercio y el segundo acerca de tecnología para una movilidad más sostenible), que han dado lugar a interesantes ideas de proyectos a desarrollar. Pero, por mucho que las ideas vengan de los propios ciudadanos que han asistido a los talleres, hay buenas razones para considerar que su potencial éxito o aceptación por círculos más amplios de usuarios es, de momento, una simple hipótesis que el intra-emprendedor público debería quizás validar antes de comprometer en ellos una parte de los escasos recursos disponibles.

El presente está demostrando que el “crowdfunding” es una herramienta a tener en cuenta para la financiación de la innovación a título privado. Sin embargo, hay alguna cautela y alguna dificultad práctica que deben ser tenidas en cuenta a la hora de aplicar el mismo esquema al ámbito público. Después de todo ¿no están financiando ya los ciudadanos las iniciativas públicas a través de los impuestos? ¿Es ético pedirle a un segmento de ellos un nuevo esfuerzo, aunque sea voluntario? En segundo lugar, no queda claro si existe un mecanismo administrativo para que lo recaudado mediante “crowdfunding” pase a engrosar los presupuestos de una institución pública y así poderlo reinvertir en el proyecto elegido.

En la mesa redonda citada, en el mismo edificio de Etopia que acoge los talleres de innovación abierta del Open Urban Lab, propusimos un esquema que puede soslayar ambos problemas. Si en la primera fase del proceso están aflorando ideas innovadoras para resolver algunos de los retos de las smart cities, en una segunda fase esas ideas pueden lanzarse a la comunidad emprendedora y tecnológica para la realización de mínimos productos viables. En esta segunda fase, se puede poner en marcha una herramienta de “crowdfunding” al servicio de la mejora de dichos MVPs, cuya recaudación iría a parar directamente a los emprendedores. Para la administración, el nivel de aceptación actuaría como un elemento importante de ayuda en la decisión acerca de a qué proyectos merecería la pena dedicar recursos públicos, por su efecto movilizador o multiplicador de fondos privados.

A priori, la idea resulta atractiva. Sin embargo, su éxito no deja de ser una mera hipótesis, a falta de modelar un experimento sencillo que valide su funcionamiento. Esta prueba práctica de la teoría podría realizarse en una próxima fase del Open Urban Lab. Para dicho experimento, estaríamos hablando de aportaciones públicas modestas, por debajo de 6.000 EUR, y nunca por encima de lo recaudado mediante “crowdfunding”. De esta manera, aunque fuese a nivel meramente simbólico, el control de la implementación de los proyectos siempre estarían en manos de ese “consejo de usuarios comprometidos con la idea”, o consejo de “city makers”, que representan el 51% de las acciones de “capital riego” (en palabras de nuestro compañero de mesa redonda Enric Senabre de Goteo Funding.)

Nota: El vídeo completo de la mesa redonda puede visualizarse aquí, haciendo scroll hasta la sección “Mesa redonda: Emprendimiento en Internet. Tecnología y personas”.

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