Ponga un CIO en su ciudad
(Como parte de mi intervención en Jornadas SmartCity del ICEMD-ESIC)
He tenido el honor de trabajar durante 12 años por mi ciudad, Zaragoza, y he podido hacerlo junto a un gran alcalde, Juan Alberto Belloch, en uno de los momentos más excitantes de la historia reciente de la ciudad; en una primera etapa (2003-2007) como Concejal de Ciencia y Tecnología, entre otras responsabilidades; como Director de Ciencia y Tecnología desde 2007 hasta julio de 2015.
Lejos de hacer un balance particular de logros y frustraciones durante este extenso periodo, en el que ha habido de todo (ahí queda para la valoración individual de cada uno, mucho más objetiva ésta, aunque suene contradictorio), prefiero exponer dos o tres ideas de carácter general y que bien pueden asociarse a cualquier ciudad de tamaño medio.
Una legislatura de gobierno da para bien poco, sobre todo si se pretende iniciar un camino inédito. Tres legislaturas es, quizá, un poco más de lo que consideraría razonable para dirigir y ejecutar un proyecto de ciudad; por frescura en el desempeño, por incorporar nuevas ideas desde diferentes perspectivas, el relevo es esencial. En el ámbito de la modernización de la ciudad esto último se me hace todavía más evidente.
Lo que se entiende por “modernizar la ciudad” puede cambiar sustancialmente de significado en función de quien lo expresa. En mi opinión modernizar consiste en utilizar todas las herramientas a nuestro alcance para vivir mejor en términos generales, lo que nos conduce ineludiblemente al uso intensivo de tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), puesto que son las herramientas que tenemos a nuestra disposición hoy en día. Como punto de partida, la ciudad que conocemos es digital de forma creciente e inapelable porque lo es también la organización que presta los servicios de ciudad, el ayuntamiento, bien sea de forma directa o a través de concesionarias.
Sin embargo, se hace cada vez más evidente que la condición digital “genética” no es suficiente para hablar de esa ciudad modernizada. Así, en la ecuación del vivir mejor se intercalan otras componentes sustanciales que tienen que ver con la economía y el empleo, el medioambiente, la educación o la cultura. Todas ellas se llegan a entrelazar y, en ocasiones, generan un circulo virtuoso que es muy difícil desencadenar y para el que no hay recetas concretas. Por ello, la modernización de la ciudad es un proceso transformador en el que se ven involucrados todos sus ciudadanos, no como sujetos pasivos receptores de servicios más avanzados (versión pobre del denominado citycentrismo), sino como agentes activos del cambio. Modernizar conllevaría, si me permiten la expresión, evolucionar la zeitgeist de la ciudad hacia un punto concreto que permitiese desatar el círculo virtuoso que mencionaba. No importa que el impulso primigenio venga de una institución pública, una universidad o una gran empresa. Debe ser, al final, un sentimiento y una actitud colectiva y contagiosa lo que desencadene la transformación. Contribuir a que esto ocurra es, a mi juicio y después de todo este tiempo pasado, uno de los objetivos esenciales de un ayuntamiento.
Sobre la figura del CIO en la ciudad digital
Si admitimos que las ciudades son digitales puesto que, al menos, la prestación de los servicios públicos incorpora con intensidad creciente el uso de TIC, me parece evidente la necesidad de que los ayuntamientos adopten la figura del Responsable de Sistemas de Información, o Chief Information Officer (CIO) si utilizamos el término anglosajón que curiosamente se encuentra firmemente asentado globalmente como profesión, tanto en instituciones públicas como en empresas privadas.
A partir de aquí, el perfil del CIO no es el de un tecnólogo empedernido, sino el de un decatleta, utilizando términos deportivos. Éste, además de conocer el estado del arte de las TIC para impulsar el uso de una solución tecnología concreta, debe comprender bien la “tectónica de placas” que rige el funcionamiento de la administración pública. El CIO debe desarrollar una visión de ciudad como sistema de sistemas que es específica para cada caso, para tratar de modelar de forma adecuada las diferentes estrategias departamentales que, por cierto, tenderán a desarrollar visiones verticales propias, tanto más extremas cuanto menor grado de evolución tenga la organización. Se trata de desarrollar una doble mirada que debe superar el enfoque tradicional del departamento de IT, más centrado en la organización interna, para incorporar en el campo de visión a los diferentes agentes que conforman la ciudad: personas, empresas, universidades etc.
Por todo lo anterior, el CIO debe ser un evangelizador además de un gran “integrador” de tecnología y de voluntades. O visto desde otra perspectiva, el CIO es un traductor permanente de la estrategia política al terreno de las TIC y un guardián del “largo plazo” dentro de la organización. Lo que es todo un reto con periodos electorales de 4 años.