Sistema de sistemas
La fotografía de cabecera de este post puede tomarse en muchas ciudades, lo de menos es cuál. Retrata de forma casi perfecta uno de los problemas mas relevantes que la ciudad inteligente se ha planteado resolver: La integración de los sistemas de la ciudad.
En primer lugar conviene precisar qué entiendo por los sistemas de la ciudad. En esencia, todas las infraestructuras, canalizaciones, redes, sensores, actuadores, programas informáticos y personas, que permiten que la ciudad funcione cada día y dé servicio. William J. Mitchell describe en su libro Me++ de forma magistral la ciudad como un ser vivo o mejor, como una extensión cibernética del ciudadano: La ciudad como un sistema de sistemas.
Las ciudades han ido incorporando paulatinamente cada uno de estos sistemas, redes de suministro y vertido, alumbrado, energía, movilidad, telecomunicaciones etc. De forma disruptiva, forzada, en áreas consolidadas, y de manera planificada en nuevos desarrollos urbanos. Lo que no ha cambiado en general, es la estanqueidad de los departamentos encargados de llevar a cabo la implantación y posterior gestión de cada subsistema. Podemos decir que la concepción de cada sistema se ha “verticalizado” hasta sus últimas consecuencias, de forma que el ente resultante es más semejante a un ser “multi-cerebral” con voluntades independientes e incluso enfrentadas, que a uno con una conciencia única.
Fruto de esta situación cuyas razones no analizaremos hoy, la ciudad “disipa” una cantidad de recursos impresionante que valdría la pena cuantificar. Desde duplicidad de infraestructuras o recursos humanos, hasta costes asociados a la acción poco coordinada, o mermas en la calidad de los servicios.
Hasta aquí el planteamiento del problema. No descubro nada diciendo que su solución es compleja y de largo plazo, pero a mi modo de ver se sustenta sobre tres componentes:
- Liderazgo político, asentado en una mayoría suficiente. No para imponer pero sí para tomar decisiones de calado.
- Una nueva reorganización ejecutiva de los ayuntamientos, que integre bajo una misma mano la gestión de los diferentes “sistemas” que configuran la ciudad. Esta nueva organización debe desarrollar nuevos procesos, abiertos y ágiles, pero que en todo caso consagren una visión integral de la ciudad.
- Una nueva orientación de los dirigentes públicos que, asumiendo los nuevos retos de las ciudades y las potencialidades de las tecnologías, lleve a buen puerto el punto anterior.
Ninguna de estas cuestiones es trivial como se puede comprender pero, en su avance, radicará una mayor o menor velocidad en la profunda transformación que, en la ciudad, debe producirse.
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