e-distopia: el comienzo del final
Que 2016 ha sido un año sorprendente no cabe duda, no por lo agradable sino porque ha ido por derroteros inesperados.
Cuando teníamos muchas esperanzas puestas en los movimientos ciudadanos en varias partes del mundo, nos hemos encontrado que la indignación ante la pérdida de lo común se ha convertido en miedo a la pérdida de lo mío.
La combinación manipulación-represión ha permitido que sólo se movilicen aquellos que son fáciles de manejar. Pareciera que las urnas se hubieran expuesto para probar sistemas de big data, antes que para consultar la opinión social. En todos los casos ha habido gran abstención y exiguas diferencias de votos han tenido gran repercusión social. Lo hemos visto en algunos partidos en España, en EEUU, en UK, Austria y pronto lo veremos en otros países de nuestro entorno Francia, Alemania, etc.
¿Cual será nuestra “expectativa”, que no “esperanza” para el futuro?
Ahí van mis dos centavos:
Fin de la neutralidad en la red.
Internet ya no será la red de redes, sino la tubería de suministro de información. “Mi información vale más porque yo te pago para que la entregues”. ‘Payola’ es un término referido al pago por difundir una canción. En su día fue ilegal y un escándalo, ahora intenten escuchar algo que no sea una radio fórmula. Ése es nuestro futuro en la red.
Bye Bye Free Software (as in Freedom)
Cyanogen ha muerto, FitBit ha desparecido. Son los últimos ejemplos; detrás vendrán muchos otros. Plataformas, programas, sistemas operativos, etc. Hay quien pueda llegar a pensar que, siendo ahora todo “As a service”, ya no es necesario que exista software libre, que grandes compañías se han rendido al Open Source: ¡hasta Microsoft usa Linux!
Al contrario, el software libre es bueno porque todos colaboramos en su desarrollo, uso, depuración, documentación y difusión. Y esto no es lo que se produce. Se contratan y compran compañías y desarrolladores, sólo para cerrar su trabajo.
Es estándar porque lo digo yo.
Al igual que el método científico se basa en que el trabajo o la innovación que alguien presenta puede ser comprobada por otros de forma independiente, el funcionamiento de Internet se basa en normas abiertas que dicen cómo se han de comportar los sistemas, las famosas RFC. No todas son libres, pero sí son abiertas. Los consorcios como el W3C que forman las industrias tenían como finalidad el desarrollo común y el establecimiento de estándares. En casos como el EME, ya no es así. La información viajará cerrada y encriptada porque lo importante no es la información, es el DRM.
Smart TV kills video star.
La TV como la conocemos desaparecerá, pero no será por el gran desarrollo de la Smart TV sino porque su ordenador se convertirá en una caja tonta.
¿Por qué quieres privacidad? ¿Tienes algo que ocultar?
Esta frase podría estar sacada de 1984 o de tú última cena de Navidad. La presunción de inocencia no existe, no porque no se considere, sino porque hay tantos delitos que es prácticamente imposible no ser un delincuente. ¡Claro que tenemos algo que ocultar! No queremos que todo quede bajo el escrutinio público. Como en la famosa boutade de Mark Twain en la que decía que envío a una docena de amigos un telegrama que decía: “HUYE INMEDIATAMENTE. SE HA DESCUBIERTO TODO”. Y todos abandonaron la ciudad.
(Don’t) Show me the money!
Esa frase de Jerry McGuire, será considerada tan anacrónica como ver fumar en un hospital. El dinero en efectivo está siendo acorralado. Ya no para micropagos, sino para todo tipo de pagos. Ya no puedes cobrar una nómina en efectivo, y aunque pudieras, ya sólo puedes pagar cantidades inferiores a 1.000€.
Oops! Yo no he sido.
Nuestra dependencia del software no es que sea cada vez mayor, es que es casi total. Nuestra vida diaria y la mayor parte de las actividades que sustentan nuestra sociedad dependen del funcionamiento de sistemas automatizados. No sólo estamos a expensas de sufrir un cíber-ataque, sino también del mal funcionamiento de algunos sistemas que toman decisiones automáticas. Esto afecta a redes de servicios, equipos médicos, y a sistemas de transporte y financieros.
El trabajo os hará libres (pero no tendrás)
Por último, el tema estrella del futuro distópico y el que tendrá un impacto más directo e inmediato. “The Rise of the Robots” es un magnífico libro de Martin Ford en el que expone de forma contundente el desplazamiento de la renta de la producción a las finanzas y el desalojo de la fuerza laboral por los sistemas automáticos. Una predicción que se va cumpliendo de semana en semana. La automatización no afectará a los trabajos manuales, eso ya se ha producido, la amenaza se cierne sobre los trabajos “creativos”: programación, servicios, medicina, administración y finanzas.
No es la tecnología.
Parece una suerte de neoludismo hablar de peligros de la tecnología. Existen dos amenazas que es necesario conjurar:
- El impacto social de la automatización no genera nuevas fuentes de riqueza o necesidades de servicio, sino una mayor brecha social.
- No es necesario que los sistemas tomen conciencia de sí mismos y se rebelen contra “sus amos”. Es mucho más probable que se utilicen para satisfacer los deseos de sus verdaderos amos.
Es más fácil programar el egoísmo que el amor.