Hola Tarjeta Ciudadana, hasta luego Wi-Fi
Hace algo más de un año que una nueva corporación municipal tomó posesión en el Ayuntamiento de Zaragoza. Por lo que a nuestro trabajo respecta, una de las primeras decisiones de la nueva corporación fue asignarnos a lo que, probablemente, sea el proyecto bandera de la Zaragoza Inteligente: la tarjeta ciudadana, dejando, como contrapartida, tanto el proyecto de WiFi Zaragoza como la gestión directa de las incubadoras de empresas de la Milla Digital. Nuestra aportación al proyecto de tarjeta ciudadana de Zaragoza va en la dirección de abrirla a nuevas áreas municipales, de impulsar la co-creación de nuevos servicios a través de la innovación abierta, así como de mejorar las perspectivas de financiación de nuevas aplicaciones a través de proyectos europeos. Y es que la tarjeta ciudadana de Zaragoza es una herramienta tecnológica extraordinariamente bien diseñada y que, a nuestro juicio, tiene el potencial de convertirse en la verdadera plataforma de servicios “smart” que Zaragoza necesita.
La hoja de ruta hacia ese objetivo precisa de tres elementos clave: la optimización del funcionamiento de la tarjeta como servicio, su apertura a terceros para la co-creación de nuevas aplicaciones, y la capacidad de explotación del Big Data para la mejora de las políticas públicas, algo para lo cual se precisará el concurso de la comunidad científica local. Todo ello pasaba, en primer lugar, por la adjudicación de un nuevo contrato de operación y servicios tecnológicos sobre la tarjeta que incorporara las lecciones aprendidas durante estos años, contrato que, finalmente, se formalizó en Junio.
En cuanto a la apertura de la tarjeta para la incorporación de servicios de terceros, también hemos dado algún primer paso. A finales de Junio la tarjeta ciudadana fue protagonista de 100 Ideas ZGZ, el primer hackathón cívico de la ciudad, realizado en colaboración con La Terminal. El resultado: valiosas ideas de nuevos servicios a incorporar sobre la tarjeta en las áreas de movilidad, medio ambiente, espacio público, emprendimiento y cultura. Pero por encima de todo, el inicio de un proceso de innovación abierta que seguirá dando frutos en los próximos meses y cuyos resultados esperamos poder convertir en mejoras reales con ayuda de la financiación europea.
El tercer objetivo, la explotación del Big Data para la mejora de las políticas públicas está, lógicamente, supeditado a los anteriores. Requerirá de tiempo para establecer nuevas dinámicas cooperativas con la comunidad científica, pero la consolidación de Etopia como el lugar de referencia donde ciencia, tecnología, arte, emprendimiento e innovación se mezclan y se dan la mano constituye un inmejorable punto de partida. Si a ello unimos la estrecha cooperación con la Universidad de Zaragoza y, en concreto, con los grupos de investigación en torno al BIFI, el GEOT, y CIRCE, podemos decir que tenemos los mimbres para que Zaragoza pueda constituirse como referente en el ámbito del uso del Big Data para la mejora de la ciudad.
Para concluir, una reflexión general sobre las políticas de innovación públicas. A nuestro modo de ver, la innovación es como una bicicleta; cuesta arrancarla, una vez cogida velocidad de crucero puede avanzar a buen ritmo a condición de seguir pedaleando, y cuando se frena no se sabe tener en pie. Por ello nos preocupa tanto que la falta de impulso hacia algunos proyectos de innovación pueda derivar en su caída, como el hecho de que Zaragoza, como están haciendo otras ciudades, no se dote pronto de una estrategia (llámese digital, smart, o de innovación) que sustituya a la “Estrategia de Gobierno Abierto 2012-2015. Hacia una ciudadanía inteligente” y que traduzca en acciones concretas la visión que la nueva corporación quiere proyectar sobre la innovación. Toda vez que la ciudad ha elaborado una estrategia de desarrollo urbano sostenible (EDUSI), que cuenta con la correspondiente estrategia en materia de sostenibilidad energética y que se encuentra en fase de actualizar el Plan de Movilidad, contar con una clara hoja de ruta en materia de innovación, o de smart city, constituiría, además, una valiosa baza a la hora de buscar financiación exterior.