La smart city: ¿el lugar preciso en el momento equivocado?
El pasado 20 de Mayo asistimos a un evento acerca de “Internet del futuro” en la sede de la SETSI en Madrid. Internet del Futuro es la iniciativa europea que trata de desarrollar y poner en valor infraestructuras tecnológicas sobre las que desarrollar aplicaciones que reduzcan en lo posible el desequilibrio que en el sector de Internet existe entre Estados Unidos y Europa. 130 Millones de Euros están disponibles para la fase 3 del programa. De ellos, 100 pueden ir a parar a las ciudades, reforzando así el desarrollo de la smart city.
En torno a este evento y a esta iniciativa nos vienen a la mente algunas reflexiones:
- El modelo. La palabra de moda es citizentrismo: la smart city centrada en el ciudadano. No hay mejor manera de construir una smart city “con y para” la ciudadanía que comenzar por empoderar y capacitar a ésta. Sin embargo, emprendimiento y educación amenazan con dejar de ser competencias municipales. El citizentrismo en el diseño de ciudad inteligente corre el riesgo de quedarse como mero discurso exterior justificador de un enfoque tecnológico duro, o reducirse a ejercicios en que los ciudadanos ejerzan un muy limitado rol en el diseño de los servicios.
- El posicionamiento de los países. Dejando al margen el modelo más o menos amable, ciudadano o tecnológico, el fenómeno de las smart cities arrasa en España. La foto muestra la dispersión geográfica de los estudiantes de uno de los cursos de más impacto en este área. Impresionante. España es el segundo país en términos absolutos tras Estados Unidos con más alumnado. Por otra parte, la primera fase del programa Internet del Futuro ha tenido protagonismo español: el 27% de la financiación ha sido destinado a entidades de nuestro país. Si esto anticipa una futura realidad, es para ser optimistas, pues no olvidemos que, por encima del enfoque, las smart cities tratan de resolver problemas serios como el de la sostenibilidad en la prestación de servicios esenciales, o nuestra huella medioambiental.
- ¿Cómo se financia todo esto? Básicamente, de tres maneras. La primera, con fondos propios municipales. En la situación actual de penuria en las arcas municipales y de un estrecho corsé financiero a las ciudades por parte del Estado, no creemos que esta vía de financiación vaya más allá de pequeños programas puntuales. En segundo, con la pseudo-lotería de los proyectos europeos, si se permite la expresión. En este caso, Internet del Futuro en su fase 3 reparte 100 ME para 20 proyectos en toda Europa. Va a hacer falta mucho arte y bastante suerte para poder acceder a uno de ellos (conste, las ciudades no deberían renunciar por anticipado a intentarlo). Y tercero, en base a partenariados público-privados. Los contratos de las ciudades se están renovando, y hay oportunidades de financiar infraestructuras horizontales a través del ahorro de alguno de los servicios “verticales”. Animamos a las ciudades a explorar a fondo esta tercera posibilidad.
Para finalizar, varias claves para maximizar las probabilidades de éxito en la implantación y financiación de soluciones de ciudad inteligente:
- Organismo interno que coordine las áreas municipales involucradas en proyectos de smart city, planteado siempre como un centro de recursos para dichas áreas y no como un invasor de competencias. La cooperación interna es imprescindible.
- Poner en valor las infraestructuras más avanzadas de la ciudad: sus datos abiertos, sus redes, su redes de incubadoras o aceleradoras, su sistema de movilidad o de energía. Cada cual conoce sus puntos fuertes. Construir desde ellos.
- Movilizar al ecosistema innovador (universidades, centros tecnológicos, clústeres, etc) tras el proyecto al máximo nivel. No es cuestión de protagonismo, sino de implicación. Desde afuera se aprecia la cooperación institucional y, a la inversa, su ausencia se detecta a primera vista, restando posibilidades de aplicar cualesquiera de los mecanismos de financiación arriba señalados.
- Y en relación con lo anterior, las alianzas, a nivel geográfico, por supuesto (ciudad, comunidad autónoma y Europa) pero también a nivel sectorial, no olvidando el tejido económico y social de la ciudad y de su entorno. Y una alianza básica: con la ciudadanía; el principal factor de legitimación y, si nos creemos el citizentrismo, de innovación.
En definitiva, el fenómeno de las smart cities presenta oportunidades innegables para todos los actores importantes de la ciudad: empresas, instituciones y ciudadanía. Lo saben en Europa y lo saben las ciudades españolas. Sin embargo, una vez identificado el lugar donde vamos a econtrar las soluciones a los colosales desafíos del presente, podemos encontrarnos con la terrible paradoja de que, por una cuestión de falta de comprensión por parte de los estados del potencial de las ciudades, todo este caudal de oportunidades nos pille en el momento equivocado.
Muy buen articulo. La verdad es que nos ha tocado en el momento menos apropiado pero tambien es cierto que en este momento en el que por culpa de la situacion en la que algunos nos han metido el resto tenemos que reinventarnos. Gran importancia toman en este sentido los arquitectos que cuando estaban de ladrillo, de cemento o de planos hasta arriba no eran capaces de analizar el futuro (no todos claro) y ahora son los primeros que abanderan proyectos arquitectonicamente sostenibles y responsables.
Un ecosistema interesante el que se esta abriendo…
Efectivamente, el momento es complicado. Sin embargo hay tanto potencial que, aunque los estados no faciliten las cosas, las ciudades darán un salto cualitativo gracias al caudal de energía de su gente. El proceso, eso sí, va a exigir muchísima inteligencia, y algo también de suerte.
Pingback: La smart city: ¿el lugar preciso en el m...