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Arte y ciencia en la construcción de la ciudad

letterEisnteinBerna. Junio, 1907

“Estimado Sr. Einstein […] Sentimos que sus conclusiones sobre la naturaleza de la luz y la conexión fundamental entre espacio y tiempo son algo radicales. A grosso modo, nos parecen, de hecho, más cercanas a lo artístico que a la Física.”

Dr. Wilheim Heinrich. Decano de la Facultad de Ciencias

Estas semanas ha circulado por las redes la (famosa) falsa carta que Einstein recibió rechazando su solicitud para el puesto de profesor en la Universidad de Berna. En su lacónica, y ficticia, respuesta, el decano tachaba las ideas del genio alemán relacionando el espacio y el tiempo como radicales, pisando más el terreno del arte que el de la ciencia. Como sea que otro genial visionario, Marshall McLuhan, nos recuerda que los artistas están precisamente dotados de un poder anticipatorio para la ciencia, es fácil ponerse en la piel del pobre decano imaginario y comprender sus reticencias a contratar al físico-artista Albert Einstein. ¿Cómo contratar a un profesor para enseñar a los alumnos misterios del universo que no se descubrirían sino décadas después? Hasta el propio Einstein reconocía que su cerebro no era lo suficientemente maduro; que, en cierta medida, su mente era la de un niño.

Meter a artistas y a adolescentes en el proceso de innovación fue una de las recomendaciones que más nítidamente recordamos de entre las que nos formularon los miembros del Comité Científico de Etopia en los últimos años. Podemos aún ver a Mike Joroff, del M.I.T., sentado a nuestro lado diciendo: “poned siempre a un chaval en los equipos de innovación; os sorprenderá”. Años después, aunque en Etopia realizamos muchas actividades innovadoras con niños y adolescentes, aún no hemos tenido tiempo material para estructurar este proceso de innovación abierta y, aunque sí se han dado pasos importantes hacia el concepto de innovar “para” los chavales, aún estamos lejos de innovar “con” ellos.

Sin embargo, en el ámbito de la innovación “con” los artistas sí hemos dado ya algún primer paso importante. Y ello gracias al proyecto europeo “Arte y Ciencia” que, impulsado por la Fundación Zaragoza Ciudad del Conocimiento y comisionado por Fermín Serrano, ha permitido lanzar el programa “Reverberadas”, el cual constituye una muestra palpable de las posibilidades que este camino conjunto ofrece. Además, el próximo 25 de Junio celebraremos 100 IDEAS ZGZ, un hackathón cívico para poner en marcha nuevos proyectos que surjan del pensamiento colectivo entre tecnólogos, emprendedores, gentes del ámbito cívico, científicos,… y, por supuesto, artistas.

A nadie se le escapa que estas vías que ahora arrancan no son improvisadas, sino que constituyen la propia razón de ser del proyecto de “Etopia Centro de Arte y Tecnología”. Cabría aclarar que el apellido “Centro de Arte y Tecnología” no se limita a denominar un lugar en el que una comunidad de artistas realizan obras digitales, sino que expresa la visión contenida precisamente en “Reverberadas” o en las enseñanzas de McLuhan y de los miembros del Comité Científico del centro: una comunidad mixta de emprendedores, artistas y científicos construyendo juntos la ciudad innovadora del futuro.

La misión diferencial de Etopia en el mapa de centros de innovación es que se ocupa específicamente de la ciudad y su encaje organizativo a nivel municipal dentro del Servicio de Ciudad Inteligente. Etopia contribuye a pensar la ciudad digital y, por extensión, la ciudad en sentido amplio. Y, precisamente, de pensar, diseñar y construir las ciudades de hoy en día, así como de proyectarlas hacia el futuro mediante materia prima local (ya sea ésta datos o talento) tratan dos importantes libros: “The art of city making” del pensador Charles Landry, y “The new science of cities”, del geógrafo Michael Batty. En ambos casos se trata de libros igualmente influyentes, pero, mientras el primero apunta a la construcción de la ciudad como una disciplina quasi-artística, el segundo presenta toda una batería de herramientas matemáticas para su comprensión, modelado y diseño. Nuevamente, parecida batalla entre Arte y Ciencia que el buen decano de la Universidad de Berna hace poco más de un siglo no supo cómo librar.

En un mundo eminentemente urbanizado, la comprensión de las ciudades atrae todo tipo de interés científico, e instituciones científico-tecnológicas de primer nivel como el CERN están incorporando a artistas en sus propios equipos de investigación, siendo programas como Creative Collisions un ejemplo de cómo hoy estamos en mejores condiciones de evitar el monumental hipotético malentendido que llevó hubiera llevado a Einstein a perder la oportunidad de empleo universitario que, en realidad, obtuvo en 1909, no en Berna, sino en Zúrich. Así, las visiones de Landry y Batty sobre la complejidad urbana distan mucho de ser antagónicas; más bien resultan complementarias. E instituciones como “Etopia Centro de Arte y Tecnología”, pensadas para dar respuesta a los retos sociales y económicos inherentes al proceso de urbanización, han nacido para materializar esa complementariedad en progresos tangibles.

El desafío es tan importante como bello, y cualquier avance hacia su consecución merece ser subrayado.

Fe de erratas: nos señala Dan Evon que la carta del principio de este artículo es falsa. Su bien documentada explicación se puede encontrar aquí. Desde aquí nuestro agradecimiento. En consecuencia hemos modificado algo el post: en tachado aparecen las partes del artículo original que quedan, pues, invalidadas; en negrita las que hemos añadido para reconocer lo ficticio del hecho.

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